Domingo 5 de noviembre, un hombre armado con un rifle semiautomático Ruger AR, entró a la iglesia de Sutherland Springs, en Texas, y abrió fuego en contra de los feligreses. Dejando al menos 26 personas muertas y otras veinte heridas.
Devin Patrick Kelley, un joven de 26 años, que formó parte de la Fuerza Aérea estadounidense desde 2010 y que, cuatro años después, fue expulsado de sus filas por “mala conducta“. En 2012 fue juzgado en una corte marcial por agredir a su cónyuge y a su hijo; se le sentenció a un año en prisión militar.
El autor del ataque más letal en la historia del estado escapó en su automóvil; fue encontrado muerto en su vehículo en una carretera cercana. Confirman suicidio.
El presidente Donald Trump escribió en su twitter: “Que dios esté con la gente de Sutherland Springs, Texas. El FBI y los órganos policiales están en la escena. Yo estoy monitoreando la situación desde Japón (…) Los estadounidenses harán lo que mejor saben hacer: nos uniremos y a través de las lágrimas y la tristeza permaneceremos fuertes”
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