domingo, 1 de octubre de 2017

Good behavior, 1a Temporada #Critica #LetrasDeCine


A decir verdad tiene un poco más de dos décadas que no me detengo en TNT, primordialmente porque en algún momento de ese tiempo decidieron dejar de pasar material subtitulado y abrazaron con desmedido entusiasmo la política del doblaje. Que cosa mas espantosa y además ridícula.
Pero mis ojos se detienen en un rostro conocido también de poco después: es Juan Diego Botto, actor que ví pór primera vez en una coproducción hispano-argentina que llegó a México por vía de la Cineteca Nacional y que dirigía Adolfo Aristaraín: Martín Hache. Poco después lo volví a ver en la transmisión televisiva de alguna película anterior de Montxo Armendariz que no digerí muy bien aunque me hacía gracia ver al entonces chicuelo proferir a diestra y siniestra una expresión hilarante: que tal o cual cosa era "un coñazo", sin que pudiera imaginarme bien a bien que quería decir con eso, ya que en un sentido podría significar tal vez algo maravilloso y en algún otro quizas no tanto. Pasó el tiempo y posteriormente volví a toparmelo en otra película de origen español distribuida por la Cineteca: Soldados de Salamina, y después kabum!, nunca mas nadie supo de él al menos en México, hasta ahora que retorna con un serial televisivo norteamericano y hay que decir, ampliando significativamente su registro, y aunque visiblemente no era muy amplio, algunos matices han sido añadidos. No obstante Javier (Juan Diego Botto), no es el personaje principal de la serie, y a pesar de que es importante para la trama, es sólo el co-protagonista: una especie de parte-contraparte en constante unión y conflicto con Letty, la auténtica protagonista.

La serie tiene una premisa básicamente sencilla: va sobre una atractiva mujer madura con severas dificultades para mantenerse en el camino de lo socialmente aceptable, por más que tenga una profunda necesidad de ello. En cierta manera podría decirse que es una golfa, pero es una golfa muy particular. La serie comienza mostrando como lleva su vida de la más fácil manera cometiendo medianos hurtos con una buena cantidad de cómplices de cuello blanco: nada repugnantemente sórdido, digamos, salvo un poco de crack, un poco de meta y un supervisor de libertad condicional, hasta que un día su camino se cruza con el de Javier y la cosa se pone mucho muy drástica.
Y si teníamos la certeza de que a Letty le gustaba andarse por las ramas, es en los pequeños detalles que nos vamos conformando una idea de lo que Letty tal vez no sea, en lo que le hace humana y profundamente empática, pues la serie juega un poco con aquello de que quién en este mundo no está un poco chalado como para no cometer varios actos descabellados en su vida: finalmente todos abrazamos algo oscuro y, bueno bueno, se suele decir, sólo el de arriba.
Uno de estos pequeños grandes detalles radica en ver, o mejor aún, sentir, la pasmante naturalidad con que esta mujer miente y el efecto que esto produce en el espectador: para las mujeres mentir es una cosa "tan" natural. Pero poco a poco descubrimos que Javier también miente y en si, lo sabemos, todo mundo miente, pero limitándonos a lo que vemos en la serie sentimos la diferencia entre ambos sistemas del mentiroso: una lo hace para esconder detalles sobre su vida privada y así poder manipular, y otro lo hace porque ama profundamente a los suyos y quiere, inútilmente, evitar el sufrimiento por la confrontación del mundo real; ella miente por abusiva, y él miente por compasivo, aunque su mayor acto de compasión arribará en el penultimo capítulo.
A lo largo de varios capítulos, estos personajes en distintas medidas, van descubriendo la profunda necesidad que tienen uno del otro. Más diferentes no podríain ser, y como expresa el propio Javier, visto está que no hacen un buen equipo, pero en el natural desarrollo de la parte romántica de esta serie, es muy de agradecer el trazo de ambos personajes: no solamente hablamos de un principe que no es azul y una princesa que no es doncella, sino que se trata de personajes tan complejos como las propias personas de la vida real al tiempo que sus acciones se van contrastando fuertemente con el medio que les rodea, llevándonos casi imperceptiblemente al planteamiento de varias cuestiones que están incidiendo irreversiblemente en nuestra sociedad real; la sociedad de la satisfacción inmediata, esa misma del sobrevive como puedas aunque estés calificado para hacerlo de la mejor manera.

En una escena crucial Javier cuestiona a su padre, quien lo acusa públicamente de asesino en una cena familiar: ¿me acusas de asesinar tres personas cuando tú asesinaste miles con la dictadura argentina?
Pero todas las consideraciones expresadas y muchas otras que habrá que ver en la serie, no hacen sino preparar el camino para los ultimos tres capítulos, que es cuando se va tejiendo una red de acontecimientos casi insoportables como la traición filial y un constante autoengañarse y valerse de lo que sea con tal de aferrarse a espejismos mentales que lamentablemente todo mundo posee y por lo que la identificación de la audiencia con cada uno de los personajes, por diferentes que parezcan, establecen una muy fuerte y generalizada conexión.


En muchas películas el asesinato y la muerte no sólo son temas mucho muy comunes sino que son, el tema, pero hay que reconocer que de la forma en que es planteado aquí da un cierto aire que nos lleva, ya mientras lo vemos, ya cuando termina la serie, a la inevitable reflexión acerca de nuestra propia naturaleza; cómo nos relacionamos con la gente y porqué, cuáles son los factores que tomamos en cuenta cuando tomamos una decisión y cuáles deberíamos.
En el área de la cinematografía, es evidente que ésta serie ha sido contagiada por sus últimos tics de grandes ligas. Yo diría que tiene tres finales: el que debería, el que nos gustaría y el tal vez; puede ser que como cuando empezaron los cineastas a usar esta manera de resolver, exista la intención de no desagradar a nadie y de ganar adeptos, pero me gusta mas pensar que con esas tres variantes del final se tejen tres distintas posibilidades de ser, ya que cuando uno ve una película, o una serie así, aunque no sea uno adicto al crack o al asesinato, uno termina por ser sin lugar a dudas, alguno de los personajes.






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